De Martha Patricia Albarrán Hernández
Los seres humanos pertenecemos al reino de los animales; aun cuando nos hemos apartado en apariencia de otros seres vivos y hemos configurado en nuestra mente la falsa concepción de que somos la especie dominante, de modo instintivo regresamos constantemente a nuestros orígenes y buscamos interactuar con las plantas y los animales. En este sentido, los jardines botánicos son un maravilloso pretexto para celebrar la vida rodeados de vida, para inspirarnos, educarnos y reencontrarnos con nosotros mismos.
Les quiero compartir mis experiencias al visitar uno de ellos, el Willfield Botanic Gardens que se ubica en el condado de Elkhart, Indiana, Estados Unidos. He tenido la oportunidad de visitarlo en tres ocasiones, las más recientes fueron en el verano y el invierno de 2022. Puedo decir que es uno de mis sitios favoritos de esa ciudad; debido a su ubicación geográfica, el jardín ofrece experiencias diferentes si se visita en invierno o en verano (Figura 1).
Es importante recordar que históricamente, los jardines botánicos se enfocaban en especies con interés económico. Esta visión se ha enriquecido y hoy en día son espacios destinados primordialmente a la conservación, es decir, al estudio sistemático de las especies vegetales y sus ecosistemas (
Martin Amaya et al., 2021). Además de la conservación, los jardines botánicos han adquirido una gran importancia como espacios que tranquilidad y esparcimiento para los habitantes de las ciudades (Figura 2). Estas islas de serenidad intentan reconciliar a la humanidad con la naturaleza y sostener al espíritu humano por medio de la exposición de las plantas en todo su esplendor y hermosura. Aunado a lo anterior, proporcionan directrices para la investigación y la educación. Se ha informado que a nivel mundial reciben alrededor de 250 millones de visitantes al año y se cultivan en ellos alrededor de 115 000 especies (
Vovides et al. 2013).
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Figura 2. Vista de uno de los lagos interiores del Jardín Botánico (Foto de Martha Albarrán). |
La primera especie que llamó mi atención fue
Anemone sylvestris (
Ranunculaceae). La etimología del género refiere a una leyenda antigua que dice que la flor solo se abre cuando sopla el viento. Es nativa de Europa y conocida comúnmente como campanilla de nieve (Figura 3). Los extractos de esta planta contienen muchas sustancias biológicamente activas, entre ellas algunos
compuestos fenólicos y
antioxidantes, que tienen beneficios médicos y farmacéuticos (
Šedivá et al., 2017). Es aquí, donde los jardines botánicos juegan un papel importante en la conservación
ex situ de germoplasma vegetal y en estudios comparativos, ya que la especie tienen parientes silvestres en el norte de América.
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Figura 3. Anemone sylvestris (Foto de Martha Albarrán). |
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Figura 4. Oenothera fruticosa (Foto de Martha Albarrán). |
En los diferentes senderos del jardín, hay bancas que nos invitan a sentarnos unos minutos a descansar, contemplar y reflexionar sobre la vida. También podemos encontrar losetas y lámparas que sirven para agradecer y resaltar un evento o mostrar aprecio por un ser querido que ha muerto (Figura 6). No he notado estos elementos en otros jardines botánicos de México, pero me pareció muy significativo y considero que esta visión y uso se podría incluir en los de nuestro país. Sería una forma de incrementar los fondos económicos de estos espacios de gran importancia y permitiría que su visita sea más significativa desde el punto de vista social. Sería oportuno tener en cuenta los aspectos legales para verificar si esto es posible.
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Figura 6. Losetas conmemorativas (Foto de Martha Albarrán) |
Los jardines botánicos son sitios con un enorme valor ecológico, económico y cultural por los servicios que nos brindan
. Pero sobre todo constituyen sitios de esparcimiento, recreación y aprendizaje (Figura 7). Además, juegan un papel relevante en la educación, conservación e investigación de la biodiversidad por la riqueza de especies que albergan (
Cepeda-Cornejo y Cuautle-García, 2021).
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Figura 7. Sitios de recreación, esparcimiento y cultura (Foto de Martha Albarrán) |
Definitivamente el Jardín Botánico Willfield es un sitio a visitar. El costo de admisión es de $10 dólares para adultos y $5 para niños de 3 a 12 años. Algunos días la entrada también es gratuita para los residentes de esta ciudad.
Yoshida, T., Amakura, Y. y Yoshimura, M. (2010). Características estructurales y propiedades biológicas de los elagitaninos en algunas familias de plantas del orden Myrtales. Revista Internacional de Ciencias Moleculares 11: 79–106.