Ayer salió una columna del (izquierdista) George Monbiot en The Guardian que vale la pena leer para tod@s l@s que amamos la naturaleza (y saben inglés).
El título completo y subtítulo es "Amo la naturaleza. Por esto me llaman burgés, romántico - incluso fascista. Aquellos de nosotros que defendemos el planeta somos cada vez más objetos de abuso. Es el precio que pagamos por hacer frente al poder del dinero".
Esto no es un fenómeno nuevo. Desde el inicio del movimiento ecologísta se escuchaba este tipo de acusaciones, sobre todo por parte de aquellos que de alguna manera querían apropiarse para fines privadas del espacio común que es el mundo natural. Pero sí parece que está aumentando este tipo de sentimientos, quizás porque las personas que influyen las opiniones públicas viven vidas cada vez más alejadas de su base natural.
Hace una analogía interesante: compara el amor a la naturaleza con el amor al arte, que no sufre de este tipo de ataques. Y, por cierto, comenta sobre el problema de las plantas invasoras.
¿Qué piensan ustedes?
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